9 de marzo de 2010

PRESENTACIÓN

Cuando un profesor de Lengua y Literatura como yo emprende un viaje en blog (modernos que somos) con sus alumnos, nunca se marca un rumbo fijo (al menos yo no); se puede marcar un objetivo, una meta, pero no hay un camino único e inequívoco para alcanzarla. Propongo un camino con curvas a derecha e izquierda, con cuestas y rampas, largas rectas, cambios de rasante, carreteras comarcales, autopistas de peaje gratis y caminos de tierra... y un lugar donde repostar, descansar, reflexionar, soñar y desde el que emprender de nuevo el viaje. ¿Hacia dónde? Guíame por esos tus escondrijos y yo te llevaré por los míos.
¡Ah, no olvides tus gafas que todo lo ven! Mira a través de sus cristales y dime qué ves.

LAS DOS LINTERNAS

I

De Diógenes compré un día
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

II

- Con mi linterna - él decía-
no hallo un hombre entre los seres-.
¡Y yo que hallo con la mía
hombres hasta en las mujeres!
él llamó, siempre implacable,
fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable,
y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto,
cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo,
miro allá, y un mártir veo.
¡Sí! mientras la multitud
sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud
y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza,
el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza,
y una necedad la gloria.
¡Diógenes! Mientras tu celo
sólo encuentra sin fortuna,
en Esparta algún chicuelo
y hombres en parte ninguna,
yo te juro por mi nombre
que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre,
y un ángel toda mujer.

III

Como al revés contemplamos
yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel
las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él;
la virtud dirá que yo.

Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.

RAMÓN DE CAMPOAMOR

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